ansiedad navidad

Navidad, ¿bien o en familia?

En estas fechas corre un chiste que pregunta: la Navidad, ¿bien o en familia? Detrás de un chascarrillo irónico subyace la sabiduría popular de algo que los psicólogos podemos dar fe… En Navidad se incrementan los conflictos familiares, además de dispararse las situaciones de ansiedad pre reuniones familiares, muchas veces solo con ver los primeros adornos.

no entrar al trapo de la ansiedad en Navidad
Fingers art of couple celebrates Christmas. Concept of man and woman during quarrel in New Year, child is upset.

Los motivos son varios, el vaso se ha ido llenando a lo largo del año, hemos ido dando excusas para no juntarnos, para no vernos, pero… y quedemos dilatarlo al máximo posible, incluso pensando en qué pasaría si no fuéramos, qué pasaría si ponemos una excusa y evitamos esa mesa navideña con todo lo que conlleva. La ansiedad en Navidad hace presa en nosotros y de pronto… llega el 24 de Diciembre y ya no hay excusa que poner. ¡Tenemos que sentarnos en la mesa con aquel familiar al que hemos intentado no ver ni escuchar durante un año!

Es el día del cuñado/a, primo/a y a veces incluso hermanos que saben de vino, entienden de cocina, saben como educar a nuestros hijos, de economía o de cualquier tema que se ponga sobre la mesa, y que además no se corta en criticar tu veganismo y sin cortarse un pelo para pontificar sobre política y de cómo arreglar la sociedad, por no hablar de tu vida personal, incluso. Si  a esto añadimos, como decíamos, antes que el vaso ya estaba casi lleno…voila!, tenemos servido el conflicto, que explotará en la cena de Navidad o al llegar a casa con la pareja (típicos daños colaterales posteriores y que muchas veces están a nuestro lado cuando la ansiedad en Navidad hace presa en nuestro ánimo).

Y ahora: ¡viene la Navidad!

Estamos muy acostumbrados a oír hablar “Personas tóxicas” y no nos damos cuenta o queda mal decir que también existen “cuñados tóxicos” y “familias tóxicas”, aquellos en los que pensar incluso nos puede disparar la ansiedad.

La diferencia es que una persona tóxica con la que no pertenece a nuestra familia podemos identificarla y una vez que lo hemos hechos apartarla de nuestra vida, es algo tóxico, no nos hace bien y decido que no lo quiero en mi vida.

¿Qué haces cuanto te tratan mal?

Me trato bien y me voy.

En cambio, ¿cómo apartar un cuñado, una suegra, un hermano o cualquier otro familiar sin que tenga un alto coste emocional para nosotros o para la familia?, ¿cómo no ser destrozados emocionalmente por un familiar tóxico sin romper la familia?

La respuesta es a través de la “actitud”. Debemos ser conscientes que en la vida a veces tenemos que “tragar ciertos sapos” para que las relaciones funcionen. Es necesario aceptar que no habrá una buena relación con un familiar tóxico pero que sí puede ser una correcta relación en la que por el bien de la familia hablemos del tiempo, los niños, o el programa de televisión sobre la Navidad.

Un error muy común es autoengañarnos diciéndonos: “yo no soy falso y como no me cae bien lo hago ver”. Eso en la jungla emocional podría estar bien, pero como hemos dicho que en la vida familiar hay que tragar ciertos sapos por el bienestar de nuestras parejas, hijos o restos de familia, la actitud ha de ser constructiva y de autocontrol desde la generosidad.

Si lo pensamos bien, hablar de temas triviales un par de veces al año por el bien de los que queremos no es un precio tan alto, es cuestión de actitud, actitud de “poner cara fácil”…sonreír, preguntar…

Sí aún así no funciona poco podremos hacer. Hay otro dicho que dice que dos “no discuten si uno no quiere”.

A mí me gusta más darle la vuelta y decir que “dos no se llevan bien si uno no quiere”. Si nuestra actitud es de sentarnos en una mesa, buscar temas de conversación, poner cara fácil y no funciona poco podremos hacer, pero nosotros habremos trabajado en el bienestar familiar y personal y, personalmente, habremos trabajado en lo posible no solo con nuestra ansiedad en Navidad sino también para con la familia, la pareja, y podremos estar satisfechos de no haber sido nosotros quienes no hayan puesto de su parte para salvar el momento.

La ansiedad en Navidad es algo común y no olvides que en cualquier caso, siempre hay psicólogos en Málaga dispuestos a ayudarte.

piscologo y terapueta

Psicólogo en Málaga: diferencias con el terapeuta

Cuando necesitas un profesional de la psicología en Málaga tienes un amplio abanico donde elegir, pero este post va más orientado a diferenciar y que puedas conocer la distinción entre Psicólogo y Terapeuta, para que siempre tengas claro a qué profesional vas a ir y cuál te conviene en función de tu necesidad.

El terapeuta.

Normalmente el terapeuta realiza una función de apoyo a personas con trastornos emocionales o mentales, pero eso variará mucho de su formación y especialización. Su labor es la de asesorar, apoyar y guiar a los pacientes. Un terapeuta (que no sea psicólogo o psiquiatra, como hay muchos, que son trabajadores sociales o consejeros), no tiene el poder de diagnosticar de forma fundamentada como un psicólogo ni de elaborar propuestas de intervención.

Están especializados en ayudar y orientar, apoyando al paciente en su toma de decisiones para que sea productiva y adecuada a la terapia.

El psicólogo.

Sin embargo el psicólogo en este caso, presenta diferencias profundas con el terapeuta. Para empezar la formación, puesto que los psicólogos están acreditados por la carrera de Psicología a la par que también suelen formarse posteriormente en terapias distintas (un psicólogo puede especializarse en varios tipos de terapias, como es el caso de Javier, y puede ayudar en múltiples campos de la psicología y en distintos tipos de terapia.

Además, otra diferencia es que un psicólogo no es siempre un terapeuta puesto que los hay que no se dedican a ello. Un ejemplo de esto son los piscólogos educativos que realizan una importante labor en las instituciones educativas asesorando y dando apoyo a alumnos, profesores o grupos.

Por otro lado el psicólogo sí tiene los conocimientos y formación adecuados para establecer diagnósticos de trastornos o problemas mentales, pudiendo discernir y ponderar cuáles son las mejores líneas de acción en función de la afección que se presente. Puede brindar apoyo, orientación y dar terapia necesaria a sus pacientes para ayudar a mejorar su estado y su calidad de vida.

Además gracias a su amplia formación constante pueden proponer distintos tipos de terapias, algunas más especializadas, para tratar al paciente de forma más efectiva.

Por lo tanto tenemos que un psicólogo puede ser un psicoterapeuta, es decir, alguien que se ha especializado en piscología clínica o de la salud.

Un psicólogo en Málaga podrá tratar los problemas que tengas con un diagnóstico, una propuesta de terapia y un seguimiento en el tiempo que haga que puedas afrontar tus problemas con la tranquilidad de estar en manos de un profesional cualificado para ello. Y si tienes preguntas o consultas no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

proceso de duelo

El proceso de duelo

Algo indisoluble del ciclo de la vida es perder. Perder seres queridos, perder a gente conocida, asistir a funerales, entrar en ese momento en el que todo es aflicción y los que nos rodean también está marcado por ese dolor.

Habitualmente cuando se padece el duelo, se afronta y poco a poco, con el tiempo y la actividad diaria, se va dejando atrás, tan solo recordado quizás por fechas o por algunos acontecimientos marcados tanto en el calendario como en las tradiciones familiares.

Pero cuando ese proceso de duelo es algo que nos supera puede ser el momento de pedir ayuda. Porque no siempre estamos en la mejor disposición de afrontar algo tan duro como la pérdida. Y esa pérdida adquiere muchas formas, pueden ser personas, familiares, conocidos hasta mascotas con las que hemos tenido una fuerte vinculación emocional.

Y no se trata de olvidar. No es el actuar como si nunca hubiera existido. Es algo más, es asimilar que se ha ido, y que todo sigue. Y quizás eso se antoje como inabarcable, inmenso e imposible de superar. Y no pasa nada: un profesional de la psicología puede ayudar en ese proceso de duelo, para entender lo que sentimos, lo que afrontamos, lo que supone la pérdida y la reacción de nuestro ánimo, de nuestras emociones ante la situación.

Porque es algo que ocurre y siempre ocurrirá y muchas veces no estamos en el mejor momento para asimilarlo, para procesarlo e incluso para explicarlo a los más pequeños. Es por eso que la preparación de un psicólogo puede ayudar en sesiones en las que hablará y trabajará en torno a esos sentimientos y ese proceso de duelo.

Para algunas personas o para personas que están en un momento vital que les permite asimilarlo, es algo doloroso pero que poco a poco irán superando. Para otras personas quizás por su tendencia emocional o por su momento vital, se convierte en un mundo y puede incluso frenar el desarrollo del día a día porque multitud de pensamientos y emociones los abarcan e impiden concentrarse en el ahora, tan solo sintiendo la pérdida.

El psicólogo no te “ayudará a olvidar”. Te ayudará a entender lo que estás pasando y cómo afrontarlo, cómo incorporarlo a tu vida y cómo recuperar el día a día. Porque el duelo puede herir y doler, pero no superarlo, duele más y un buen profesional tan solo se preocupa de que mejores, de ayudar y de hacer que tu vida diaria sea lo mejor posible.

dialogo interior

El diálogo interior y las profecías autocumplidas

A veces tendemos a condicionarnos, tanto a nosotros mismos como a nuestras actitudes ante las situaciones y los acontecimientos, debido a nuestro propio tren de pensamientos, pensamientos de corte negativo.

Esos pensamientos en muchas ocasiones no son propios, pueden haber sido inculcados. Quizás no con mala intención, pero puede darse que de tanto repetirse se acabe interiorizando a un nivel muy profundo. Decían aquello de que “una mentira contada mil veces puede acabar siendo una realidad”, y en estos casos, si lo unimos al tremendo poder que tienen nuestras mentes, pueden dar lugar a actitudes y formas de comportamiento que vienen dados por ese proceso.

Te puedes descubrir haciendo cien maniobras para aparcar, porque “total, con lo mal que se te da tardarás una eternidad”. O que te veas negado para cualquier actividad manual más o menos mañosa porque “es que siempre has sido muy torpe y a ti eso nunca se te ha dado bien”, repetido una y mil veces en edades tempranas (y no tan tempranas), por alguien cercano. Muchas veces hemos podido escuchar el momento “es que no vale para estudiar”, dicho por progenitores, propios o ajenos, y a la larga, salvo contadas ocasiones, suelen darse procesos en los que se acaba por un abandono de los estudios, cuando quizás esa falta de incentivo hizo que el esfuerzo siempre se viera sofocado por el diálogo interno de esas palabras escuchadas de que no “vale para estudiar”.

Esos diálogos internos son los que a la larga nos boicotean, favoreciendo actitudes muy negativas ante acontecimientos que no tienen por qué ser algo malo para nosotros, que no tienen por qué suponer un esfuerzo extra. Pero la actitud derrotista nos atenaza porque lo hemos oído tantas veces que ya está asumido (sin tener por qué ser verdad), simplemente requiere el esfuerzo de deshacerse de esa interiorización.

Ahí está el trabajo a desarrollar con un psicólogo. En este caso el psicólogo te puede ir guiando, haciendo ver, no “convenciéndote”, sino a través de una terapia adecuada, descubriéndote que ese diálogo interno es algo que nosotros mismos nos ponemos como excusa o que nos ha hecho tanta mella que nos negamos el darnos la oportunidad de hacerlo.

Decía Sun Tzu, en El arte de la Guerra:

«Conocerse a uno mismo y conocer a su enemigo, es no ser derrotado en cien batallas.

No conocerse a uno mismo es derrota segura.

Llegar a conocerse a uno mismo y perder una batalla es una victoria por derrota».

Así que no esperes que llegue la batalla: prepárate, conócete a ti mismo, pide ayuda si la necesitas porque tienes la suerte de que aquí estamos para eso, para ayudarte, y desembarazarte de esos diálogos internos que te lastran y pueden negarte algo que realmente te mereces.

Ir al psicólogo en Málaga

Ir al psicólogo en Málaga

Hay muchos mitos sobre ir al psicólogo, sobre ir a contar tus cuitas y tumbarte en el diván donde un señor con perilla y gafas apuntará cosas en un cuaderno.

Los que han ido al psicólogo saben que eso no es más que un cliché. Ir al psicólogo en Málaga como en cualquier sitio donde lo necesites implica dar ese primer paso, el paso de reconocer que hay algo que no está bien del todo, algo que te hace pararte en tu día a día y sentir que necesitas una ayuda. A veces no eres capaz siquiera de contarlo o de darle forma. Y es posible que en tus primeras sesiones, después de la valoración, cueste ponerle nombre o llegar hasta el problema. Es parte de tu trabajo.

No vas a contar tus problemas (únicamente)

Al psicólogo no se va a soltar penas y problemas. Pero se puede hacer y a veces será necesario. Fuera del cliché del lugar al que entras y coges la caja de pañuelos, cuando vas al psicólogo lo que haces es no solo pedir ayuda, sino estar dispuesto a recibirla. Y eso no será siempre cómodo.

Se incidirá en temas delicados para ti, pero es que sin ahondar en ello no puedes exponer claramente el problema.

Qué contar en el psicólogo la primera vez

Lo que te nazca. Sinceramente. Hay muchas búsquedas en Google sobre “qué decir en el psicólogo la primera vez”. Es un especialista, déjale guiarte. Expón lo que te pasa, sé sincero o sincera, cuenta el problema y luego permita que haga la valoración. Pregúntale la metodología que vais a seguir y que te explique un poco la tónica de las sesiones.

Un psicólogo no “cura”

No te confundas: el psicólogo no es un médico en el sentido estricto de la palabra. No pone tiritas, ni suturas. Lo que hace es ayudarte a ver qué está mal, qué te incomoda y por qué. Un psicólogo sigue una o varias escuelas de psicología para encontrar la mejor manera de llegar hasta esos problemas, de que llegues y ayudarte a conciliar, a superar, a aceptar.

Algunas veces saldrás de allí con una buena sensación y otras con mal sabor de boca. Porque enfrentarnos a nuestras propias verdades y problemas no siempre es fácil. Esa es una de las partes más difíciles: poner en claro lo que te pasa y tomar la decisión de superar y fortalecerte.

El especialista en psicología, sea de la rama que sea, está ahí para ayudarte. Son también personas, en ningún momento pienses que llevan vidas perfectas, todos tenemos nuestra dimensión privada, y la vida es la vida.

Pero dar el primer paso es tu gran momento, es tu acto de fuerza. Y a partir de ahí buscar la ayuda del profesional para dar un cambio a tu vida. Ese es el papel del psicólogo: el de ayudarte, más que guiarte, a cambiar lo que necesitas, por tu propio pie y tus propias decisiones para poder enfocar la vida de una forma más mentalmente sana.

Terapia de Pareja

Terapia de Pareja (I), un paso importante

La terapia de pareja se menciona entre susurros muchas veces, salvo por quienes ya han acudido o están mejor informados sobre las ventajas de la terapia. En muchas ocasiones se ve como un hecho de que efectivamente la pareja, por acudir a terapia, es ya un fracaso. Y no es así. Podemos contároslo directamente, pero mejor a través de unos ejemplos humanos que nos dicen por qué acudir a terapia de pareja puede ser tan decisivo.

Terapia de pareja cuando la comunicación falla:

Fran está taciturno, no se comunica, apenas llega de trabajar, se encierra en su despacho hasta la cena o mira la tele en silencio, sin apenas sacar temas de conversaicón. Vero trabaja desde casa, online, y pasa muchas horas sola sin más conversaciones que las del teléfono o por Skype. Siente que incluso cuando Fran está en casa está sola. No quiere molestar, no quiere sacarle demasiados temas de conversación porque lo ve cansado, puede que desencantado: no lo sabe a ciencia cierta porque no sabe cómo abordarlo, cómo preguntarle qué siente. Cuando están con amigos vuelve a ser ese Fran extrovertido y de sonrisa fácil, pero se meten el coche y es como si se apagara.

Fran por su parte nota a Vero silenciosa, más lejana, siente que ya no habla con ella como antes, pero la ha visto leyendo cosas que ni le suenan, cuando antes pasaban horas hablando de libros; también cómo su trabajo evoluciona y cada vez echa más horas, lo cual está bien, pero apenas sabe qué está haciendo más allá de “consultoría”. Y no quiere preguntar porque en sus horas de ocio seguro que no quiere hablar de ello, así que intenta distraerse en el despacho o viendo la tele.

Estamos ante una situación en la que una terapia de pareja ayudaría a “reconectar” a ambos, al encontrarse con un actor neutral que permitiría centrar una conversación y volver a sentar esas bases que a veces la rutina puede erosionar y el estrés del día a día hace que se invisibilicen esos lazos que, sin embargo siguen ahí.

Relaciones íntimas. Terapia de pareja cuando la pasión se extravía.

Lara y Manu viven juntos desde hace ocho años. Manu es artista, trabaja en un pequeño despacho de diseño y siempre está liado con un montón de proyectos y deadlines que cumplir. Y por desgracia esa presión laboral muchas veces se le pega como una rémora, le cambia el humor y aunque trata de mejorarlo sabe que está distraído, que duerme poco y ya no recuerda la última vez que se acercó a Lara con ánimo juguetón.

Lara por su parte está muy preocupada. El paro se acaba y no es fácil encontrar un trabajo medianamente decente. Se ha esforzado y mucho, ha ido a programas de reorientación laboral, ha pateado calles, comercios y cafeterías. Le han salido trabajos eventuales de muchas horas por poco dinero y no puede evitar sentirse fracasada por un lado, dolida por su situación y la injusticia que supone no poder aportar en casa. Manu no se ha quejado en absoluto, pero siente que no puede acercarse como antes, que está en una situación, que, aunque sabe que en realidad no es así, es dependiente de cierta manera de él trabajo de él, que está bien remunerado y que sabe que ha pedido más horas para suplir el sueldo de ella y poder pagarlo todo.

El día a día, las presiones, la compra, la casa, el salir y patear, el llamar a la orientadora, el ver la cara de desencanto de él cuando le pregunta si ha salido algo hace que esa llama que antes los abrasaba a los dos se haya desvanecido, que en la cama no haya nada más que un hueco entre las sábanas. Y se quieren, pero no se tocan. Y no saben por qué, pero saben que no está bien, que necesitan volver a atizar esas brasas, pero tampoco saben cómo porque siempre aparecen esos negros nubarrones que todo lo enturbian…

Ese es el momento en el que la terapia de pareja puede servir para reavivar lo que sin duda existe, pero a veces no podemos sacar por nosotros mismos. La terapia de pareja es un mecanismo tanto de reconexión como de conciliación, con la otra parte, o con nosotros mismos.

Y la terapia de pareja parte de un principio: querer arreglarlo, querer superar una situación y ser conscientes de que solos no se puede, de que a veces las cosas fallan, que nuestras mentes están ocupadas en otra cosa o en otro círculo del que se ven incapaces de salir.

Continuará…

tratamiento de la ansiedad

Tratamiento de la ansiedad

Quizás uno de los temas que más se suelen tocar cuando te especializas en el tratamiento de la ansiedad es el manual de supervivencia. Cuando la ansiedad aprieta, ahoga, contradiciendo al refrán, y muchas veces hay que tener claro qué hacer cuando esto sucede, dado que, por sus propias características, puede suceder en cualquier momento.

Da igual que estés con amigos, de compras, paseando, en el trabajo… los detonantes están ahí, y son distintos para cada uno, pero hay cosas que se pueden hacer para reaccionar adecuadamente. Vale, tienes que recordarlo, o apuntártelo. No siempre te acordarás de memoria o en pleno ataque de ansiedad no te vas a pensar en lo que hablamos en la consulta. Pero yo te lo dejo aquí. Porque ante todo somos personas y estamos para ayudar, y decirte cómo puedes reaccionar a un ataque de ansiedad puede ayudarte a superarlo un poco mejor cuando ocurra.

¿Cómo reaccionar? 6 pequeños consejos para el ataque de ansiedad.

1. Ninguna sensación es eterna.
La ansiedad siempre es pasajera, causa malestar, es desagradable y la querríamos fuera de nuestra vida, y fijarnos en eso está bien. Pero cuando te está ocurriendo es posible que esa sensación se te antoje como algo con lo que vas a cargar toda la vida. Pero no es así. Son sensaciones transitorias, acaba desapareciendo, y si te centras en que acabará ya tienes ese objetivo: que remita para centrarte en tus siguientes pasos.

2. Controla la respiración.
Una cosa que hay que controlar es eso. A veces parece que la ansiedad te estrecha, te impide respirar, se te coge al pecho además de poseer tu mente y hacerte ver lo peor. Pero no es así. SIEMPRE tienes el control sobre tu respiración, y tienes que afianzarte en ello, centrarte en respirar tranquila y conscientemente. Nunca te la podrá quitar así que tú ya le estás quitando algo a la ansiedad. Respira tranquila y profundamente y así además evitarás el riesgo de hiperventilar y marearte.

3. Es miedo por lo que nos puede suceder no por lo que estamos sintiendo.
Una vez dijeron que “la ansiedad te prepara para pelear contra un dragón que ni existe ni está ahí”. Céntrate en eso. La ansiedad activa el mecanismo del miedo que nos prepara para huir, pelear y a veces, por determinadas circunstancias, nos paraliza. Son monstruos, son cosas que realmente no están ahí, son situaciones que aún no se han producido y puede que nunca lo hagan. Luego recuerda: ese dragón no está ahí.

4. Cambia tu foco de atención: distráete.
Nada le gusta más a la ansiedad que ser protagonista durante el propio ataque, retroalimentándose. Así que, quítale ese poder: distráete. No le dejes que se convierta en el centro. Mira fotos de gatitos, busca un libro que te guste y te sepas, mira una de tus pelis favoritas, sal a pasear, por duro que sea, y mira a tu alrededor. Cualquier cosa que hagas para quitarle esa importancia hará que se reduzca.

5. Repite: lo que sientes es incómodo pero no peligroso ni amenazante.
Esto es un pequeño mantra. Sí, es incómodo, puedes ponerte a sudar, puede que la adrenalina corra por tus venas, desbocada, y eso es desagradable, incomodo. Sientes que todo a tu alrededor se nubla. Pero pese a ello no es permanente. No hay una amenaza, no hay un peligro inmediato que esté acechando. La sensación pasará, es incómoda, pero no te sucederá nada inmediato.

6. Averigua la causa cuando haya pasado.
Lo mejor que puedes hacer cuando el ataque haya pasado es investigar sobre ellos. Todos tenemos situaciones o personas que nos disparan la ansiedad de esa forma y comprender esto es un paso para superarlo. Por eso acudir a terapia es querer dar un paso para desarmar a esa ansiedad y reducir las oportunidades de que eso vuelva a ocurrir.

Y recuerda que estamos aquí para ayudarte en Tratamiento de la ansiedad.

¿Qué es una crisis vital y cómo afrontarla?

¿Qué es una crisis vital y cómo afrontarla?

Una de las problemáticas que tratamos frecuentemente es la referida a estar “sufriendo” una crisis vital y a las consecuencias psicológicas que de ello se deriva.

Una Crisis Vital la podríamos definir como un período de tiempo en que la persona que la padece se encuentra inmersa en un cuestionamiento psicológico y personal que provoca Ansiedad, desánimo, confusión y otras tantas emociones negativas fuentes de malestar psicológico.

Las crisis vitales pueden tener dos orígenes dependiendo del suceso: Esperada e Inesperada.

Crisis Vitales por sucesos esperados: Serían aquellas que causan malestar a la persona a consecuencia del propio ciclo vital de la misma.

Por ejemplo, la adolescencia, mediana edad (“crisis de los cuarenta”) y de la tercera edad. También serían crisis vitales por sucesos esperados aquellos cambios que se producen en nuestras vidas que llegado el momento crean ansiedad, incertidumbre, confusión, miedo….aquí encontraríamos sucesos como la inmersión en el mundo laboral, finalización de estudios, ascensos laborales, hijos que crecen y “abandonan” el domicilio familiar….y tantas y tantas situaciones dependiendo de cada persona o situación.

Crisis Vitales por sucesos inesperados: La causa más común sería un pérdida que hace tambalearse todo nuestro mundo, en ellas englobaríamos la muerte de un ser querido, pérdida de la salud, del trabajo, accidentes, tener que emigrar a otra ciudad o país, ruptura de una relación sentimental… o cualquier suceso inesperado que haga cuestionarnos nuestra vida, nuestra manera de ser y hacer.

¿Qué hacer ante una Crisis Vital?

Si el malestar que nos está causando es alto es aconsejable acudir al Psicólogo el cual a través de un proceso terapéutico nos ayudará situarnos en la temporalidad de una crisis, y dependiendo cual sea su origen se trabajará un proceso de adaptación y/o aceptación a la nueva etapa que tenemos por delante.

Es importante marcarnos objetivos, plantear nuevos retos y metas para la nueva etapa que tenemos por delante. No es tan importante conseguir el objetivo o la meta sino empezar el camino.

Si tenemos objetivos bien planteados y una buena planificación de de cómo llegar a la meta durante el camino solo sucederán cosas positivas para la persona que redundarán en nuestro bienestar psicológico ayudando a dejar atrás la crisis vital.

¿Realmente funciona la Terapia de Pareja?

¿Realmente funciona la Terapia de Pareja?

Si hay una pregunta que nos reiteran amigos, conocidos, familia, clientes, pacientes es sin duda una referida a la Terapia de Pareja…¿realmente funciona?.

Cuestionamientos del tipo si es realmente efectiva la terapia de pareja, en qué va a poder ayudar un psicólogo a una pareja, dudar de que porque alguien te lo diga has de llevarte bien y otras tantas dudas son normales en alguien que desconozca cual es el trabajo que se hace en una terapia de pareja. Veamos un poco qué es lo que hago en las terapias de pareja…

Cuando una pareja acude a Terapia de Pareja suele ser por diferentes motivos, siendo entre los más comunes: Mala comunicación, rutina, convivencia, hijos, sexo, problemas familiares e infidelidad.

Hay parejas que deciden acudir para mejorar su relación de pareja, pero, desafortunadamente esos son las que menos y normalmente acudimos al especialista cuando el malestar o la problemática ha alcanzado un alto grado de disfunción en la pareja.

En Terapia de Pareja es muy importante el cuando la pareja decide solicitar ayuda y estar motivados para el trabajo que se nos avecina. Lo primero es que los dos han de querer asistir a terapia y estar motivados a trabajar, sí, a trabajar, en Terapia de Pareja la clave es el trabajo, trabajo que ha de realizar la pareja con ayuda del psicólogo.

El porcentaje de éxito en Terapia de Pareja está alrededor del 70%, siendo más alto si acudimos cuando empezamos a ver que algo falla en nuestra relación, que no es fluida la comunicación o empezamos a notar que algo está pasando en lo que sentimos por nuestra pareja.

“El tiempo solo cura los constipados y a veces mal, por lo que deja pasar tiempo no parece una buena opción”

Lo primero que hacemos en Terapia de Pareja es evaluar el nivel de malestar de la pareja y el porqué se ha producido ese deterioro en la pareja. Es algo que aunque parece obvio no lo es tanto. La parejas van acumulando malestar a lo largo de los años, muchas de ellas ni siquiera han hablado de lo que les ha ido “cargando” por lo que nuestra pareja solo ve alguien que se ha ido convirtiendo en un protestón/a, alguien sin la iniciativa que tenía al principio, menos comunicador/a… pero, sin entender qué ha pasado a lo largo del camino. De hecho, la mayoría de las veces ni nos cuestionamos que en ese algo que ha pasado durante el camino, nosotros, también somos responsables.

En pareja los dos son responsables de una mala relación, siendo la parte positiva que los dos también son responsables de buscar y encontrar una solución y a ello puede ayudarte la Terapia de Pareja.

“En terapia de Pareja trabajamos que conflictos sin resolver han llevado a la pareja al nivel de deterioro que presenta”

Como dato curioso para finalizar decir que solo un 20% de las parejas confía en obtener buen resultado de una Terapia de Pareja, siendo al finalizar la Terapia de Pareja un 70% las parejas que creen haber sido buena opción acudir a Terapia de Pareja.

¿Qué es y qué indica mi Ansiedad?

Una de las consultas que más recibo y atiendo es la relativa a toda aquella sintomatología que provoca la Ansiedad.

Pero…¿Qué es la Ansiedad?. La Ansiedad es una reacción fisiológica que se produce para “enfrentarnos” a una amenaza o un peligro.

Por ello podemos decir que la ansiedad es buena y necesaria. Es un mecanismo funcional de nuestro organismo que nos prepara para correr si nos va atropellar un coche, preparar un examen importante, jugar un partido de fútbol, rendir en el trabajo, llevar los niños a tiempo al colegio… o tantas situaciones del día a día.

Por la tanto la ansiedad como mecanismo evolutivo y adaptativo es totalmente NORMAL, sin ansiedad no hay vida.

Sin embargo, a veces, “esa normalidad” se ve alterada, nuestro organismo reacciona ansiosamente ante situaciones que no requieren de ansiedad, es lo que denominamos “falsas alarmas” y que tanto malestar causan.

Una “falsa alarma” es cuando nuestro organismo nos provoca una serie de síntomas propios de la ansiedad, como podrían ser: nauseas, vómitos, mareo, sudoración, sequedad en la boca, contracturas, taquicardias,… y tantas otras que no corresponden a la situación que estamos viviendo, ya que “no hay peligro”.

I intervenimos primero sobre la sintomatología por dos motivos: por el enorme malestar que crea a la persona que lo sufre y por la preocupación que genera en la persona la sintomatología ansiosa.

Una vez que se ha tratado la sintomatología el trabajo verdaderamente interesante del psicólogo es ver qué está provocando esa ansiedad.

¿Por qué es el trabajo verdaderamente interesante?. Porque hoy en día medicalizamos la ansiedad, dependemos de ansiolíticos para disminuir y eliminar la sintomatología. A veces, cuando la sintomatología es muy incapacitante tomar medicación no es una mala intervención, pero tenemos que tener en cuenta que con la medicación “tapamos” el síntoma sin intervenir en qué ha causado la ansiedad, corriendo el riesgo de que al cabo del tiempo se repita la ansiedad, entrando en un círculo vicioso del que cada vez cuesta más salir.

En resumen podríamos señalar que una vez que se ha extinguido o controlado la sintomatología ansiosa nos focalizamos en la causa con el objetivo de modificar aquellos pensamientos, emociones o conductas que estén causando la ansiedad.