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Relaciones sociales

¿Cómo puedo mejorar mis relaciones sociales?

Relaciones sociales, cómo mejorarlas.

Las personas somos seres sociales, la socialización forma parte del bienestar emocional de los seres humanos. Necesitamos tener relaciones sociales para sentirnos plenos y no sentirnos solos.

El psicólogo Abraham Maslow propuso allá por 1943 la pirámide de Maslow o jerarquía de las necesidades humanas.

En dicha pirámide se realiza una jerarquización en cinco niveles en que la necesidad afectiva la sitúa en un tercer nivel, detrás de las necesidades básicas  (respirar, comer, dormir) y de las necesidades de seguridad.

Aun así, siendo la socialización y el contacto afectivo tan importante para nuestro desarrollo personal, es algo que tendemos a descuidar, lo que provoca una mala calidad de nuestras relaciones personales y por ende relaciones sociales.

Vivimos en una época de gran desarrollo tecnológico y paradójicamente cada vez nos sentimos más alejados los unos de los otros: ¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué es una demanda cada vez mayor para los psicólogos?

Amigos “virtuales” que no hemos visto nunca pero nos felicitan cumpleaños, grupos de mensajería en que se nos felicitan fechas especiales o se dan pésames, pero, sin nos paramos a pensar… ¿Quién está compartiendo esa tarta o acompañando físicamente en un momento malo?

Lo “virtual” está sustituyendo al “contacto físico”, lo cual está provocando un deterioro en las relaciones sociales.

Tomamos café con personas que tienen el móvil en la mano, y a la vez se produce el curioso fenómeno que al llamarlas no contestan, o bien tardan horas o días en contestar un mensaje o devolver la llamada.

Situaciones de este estilo oímos a menudo en los despachos de psicología cuando “sale” el tema de las relaciones sociales, cuando “sale” el tema de la soledad, siendo la soledad uno de los temas que más trabajamos los psicólogos, consecuencia del impacto que causa en nuestra psique y en nuestras emociones las relaciones sociales.

Bien es cierto que la “soledad” no es la demanda que recibimos en una primera visita, pero suele ser un detonante de procesos de ansiedad, bajo estado de ánimo, frustración o crisis vitales. Podríamos decir que es algo que subyace en el trasfondo del malestar personal, algo que a menudo no se identifica como causa sino como consecuencia.

Numerosos estudios muestran que cada vez más personas se sienten solas en esta época digital. Sin darnos cuenta, estamos dejando que los móviles nos acerquen a personas que tenemos lejos y nos alejen de personas que tenemos cerca.

Vivimos de una manera tan rápida que la vorágine del día a día termina arrastrándonos hasta con las personas con las que tenemos buenas relaciones, eso influye en que nos es más “cómodo y fácil” mandar un mensaje que “perder” unos minutos de nuestro tan escaso tiempo.

¿Te suena este tipo de comunicación?, ¿Lo haces?, ¿Te lo hacen?:

-“Buenas, ¿cómo vas?”

-“Bien, todo bien, ¿Y tú?

-“Bien también. Bueno nos llamamos!”

-“OK”

Si no tenemos buenas relaciones sociales o no las cuidamos podemos sentirnos aislados, y es ahí cuando surge la sensación de soledad y el malestar.

Recordemos que la soledad no es mala, de hecho es sano saber estar con uno mismo, lo malo es la sensación de soledad. Sensación que se puede sentir estando con gente a nuestro alrededor, es una alarma que nos está indicando algo, un “piloto rojo” que se enciende en nosotros y al que hay que atender, una preocupación que tenemos que transformar en “ocupación”, ocuparnos de qué me está sucediendo, y no en ocupar el tiempo en actividades.

relaciones sociales

Pero… ¿Qué podemos hacer para mejorar nuestras relaciones sociales?

Las relaciones sociales (como todo en la vida) hay que cuidarlas. Cuidarlas exige esfuerzo, tiempo y dedicación.

Vivir en la era digital que comentábamos anteriormente, puede y deber ser un plus para nuestras relaciones, como todo en la vida es saber hacer uso de ellas, entender cuando toca un mensaje, una videollamada y cuando un café o una llamada para tener contacto físico.

A la vez es importante realizar un trabajo de conocimiento y de asumir la responsabilidad de cada uno en cómo nos estamos relacionando, qué necesitamos y qué es lo que estamos sintiendo.

Cuando estamos en paz, cuando tenemos serenidad lo transmitimos, algo que es muy atrayente para que quieran estar con nosotros. Transmitir “buen rollo” funciona como un imán para las relaciones sociales, facilita la interacción.

Pequeñas recomendaciones para mejorar nuestras relaciones.

  • Tiempo. Dedicar tiempo, tiempo de calidad en que la persona note que estoy aquí para ti.
  • Escuchar. La escucha activa es un factor importantísimo, es escuchar con las orejas y escuchar con el cuerpo. Recordemos que la información no verbal tiene más importancia que la información verbal. ¿Qué estoy transmitiendo mientras escucho?, a dónde estoy mirando, posición corporal, asentir, no cortar frases, dejar hablar…
  • Empatizar sin juzgar. Intentemos empatizar para saber qué está viviendo la persona que tenemos delante de nosotros, se trata de intentar entender, entender que hay detrás de lo que me están contando y porque me lo están contando a mí.
  • Hablar de uno mismo. Cuando en una conversación se produce reciprocidad la intimidad fluye, se produce un clima de confidencialidad que facilita la comunicación. Podríamos decir que “estamos en el mismo canal”.
  • Trabajar nuestro “diálogo interior” para ver cómo enfocamos las relaciones, con qué prejuicios o actitud acudimos a una conversación.
  • Preguntar. Preguntando mostramos interés a la vez que se clarifican las dudas que tengamos, nos ayuda a intentar entender y empatizar.
  • Pedir. Cuando no sabemos qué nos están pidiendo o que esperan de nosotros tendemos a interpretar, algo que suele llevar a malos entendidos.
  • Autenticidad. Se auténtico, honesto, opinar sin juzgar pero acorde a tus principios, que se sepa quién eres y qué se puede esperar de nosotros.

relaciones familiares

Nuevas maneras de vivir y consecuencias en la psicología

Para bien o para mal nos ha tocado vivir una vida en que la mayoría de las personas tenemos muchas cosas a nuestro alrededor, aunque sean pequeñas cosas que no nos cueste demasiado esfuerzo ni dinero conseguir.

Cosas que podemos obtener y queremos obtener con la máxima celeridad posible, no queremos esperar y si tenemos que esperar nos causa una gran desazón y ya no merece ni la pena ni nuestro esfuerzo.

Compramos con un “click” y a la mañana siguiente ya lo tenemos en casa.

Compramos de manera rápida (muchas veces sin pensar) artículos que al cabo del tiempo nos damos cuenta de que ni hemos usado o que se nos había olvidado que los habíamos comprado. Un libro, un jersey, algo de comida…

Para bien o para mal nos ha tocado vivir una vida en que pequeñas cosas nos llenan de frustraciones, no queremos pensar, sentir y mucho menos tener que sufrir por algo que podemos conseguir con un “click”. Queremos que no nos cueste esfuerzo y eso…no siempre es lo mejor.

Así si se nos rompe un móvil, una lavadora, un mueble, un pantalón o cualquier otra cosa nos es más fácil tirarlo, reemplazarlo y comprar otro que mirar si tiene arreglo o molestarnos en intentar arreglarlo.

compra compulsiva, ansiedad

Os preguntareis que tiene que ver esto con la Psicología.

Cada vez vemos en los despachos de Psicología observamos menos tolerancia a la frustración, más ansiedad por consumir y poca paciencia a esperar, a esperar cualquier cosa o a cualquier persona.

Nos es más fácil si discutimos con un amigo “reemplazarlo” que intentar arreglar una relación, al fin y al cabo “comprar” un amigo nuevo está al alcance de cualquiera con el sinfín de actividades que hacemos.

Nos es más fácil si discutimos con un familiar dejarnos de hablar que “perder” el tiempo en innumerables cafés y conversaciones para intentar arreglar una relación, al fin y al cabo, no tenemos tiempo para realizar un autoanálisis y ver qué parte de responsabilidad puedo tener yo mismo en el deterioro de esa relación.

Nos es más fácil apuntar a los niños a numerosas actividades, dejarles una Tablet, un móvil, televisiones en cada habitación que estar después de una dura jornada laboral jugando, “perdiendo el tiempo” o viendo películas infantiles en vez de una serie que me haga desconectar del día a día.

¡Qué decir de una pareja!. Cada vez son más las rupturas que vemos a nuestro alrededor, parejas que a las primeras dificultades deciden separarse, ya sea después de un período de enamoramiento, cuando nace el primer hijo, ante la enfermedad, problemas con familias políticas…personas a nuestro alrededor que vemos que se separan y al poco tiempo están con otra pareja frustrándose porque viven con la nueva pareja lo que vivían con la anterior y les causaba ese malestar,  mejor volverse a separar que acudir a terapia y ver qué está sucediendo, y así término “comprándome” una nueva pareja.

Pues eso, que aquí estoy pensando que es más fácil lo nuevo que reparar, sea un utensilio o una relación.

Es más fácil, aunque el costo a nivel personal no es tan fácil de asumir y viene dado en forma de Ansiedad, depresión, frustración, pobres relaciones sociales e innumerables conflictos familiares.

Ufff, pensando en todo esto me ha entrado “mal rollo”, debería pensar y trabajar qué estoy sintiendo porque si no, no me voy a poder dormir, bueno…creo que será mejor y más rápido un ansiolítico, un somnífero y mañana algo me compraré u otra cosa haré.